Aquel que nunca ha fracasado, es porque tampoco nunca ha intentado nada. O.G.Mandino


martes, 3 de junio de 2008

LO REAL Y LO FALAZ EN EL PARO AGROPECUARIO

Uno de los puntos dentro del conflicto planteado entre los productores rurales por un lado y los dirigentes del Gobierno por otro, es la falta de confianza existente desde el sector productivo del país hacia las autoridades del mismo.
Falta de confianza en la veracidad de las razones aducidas para justificar las medidas tomadas y en la efectividad de aplicación de algunas de ellas.
Analizando el conflicto tenemos que tener en cuenta en primer lugar, que las autoridades que nos rigen son las responsables de mantener la calma, el equilibrio y la cordura entre los distintos sectores que integran la sociedad, cuyos destinos se han comprometido a guiar hacia un futuro venturoso.
Así las cosas, cuando un conflicto se plantea en el plano económico y más aún si afecta no sólo al sector que lo plantea, sino a la economía total del país, el gobierno debe poner todo su potencial técnico para solucionarlo. Ese es el primer reclamo que los productores hacen desde el principio de la crisis.
El productor rural está acostumbrado a lidiar con sus problemas acudiendo a la técnica y a los expertos que la aplican. La mayoría de los productores rurales tienen un gran desarrollo tecnológico en sus establecimientos. Pequeños, medianos y grandes, entienden no solamente lo que hace a sus problemas puntuales, sino las reglas cambiantes del mercado en el que se mueven. Están atentos a las novedades en el tema y a la implantación de las tecnologías de última generación. Están acostumbrados a reunirse con sus respectivas entidades y recibir de ellas lineamientos y soluciones que se discuten entre todos, comparando casos y las distintas realidades de cada uno.
De esta forma, uno de los reclamos que está en el fondo del problema enorme que enfrentamos todos los argentinos, es que el agro espera formar parte de una mesa de éxpertos idóneos que los escuchen y con los cuales discutir de igual a igual.
Se lo han ganado. Son el sector económico que con su agilidad de respuesta y capacidad de cambio y de trabajo, han movilizado la economía y facilitado la salida del país de la tremenda crisis del 2002.
Es además el mecanismo deseable a implementar en una gestión eficaz de gobierno.
Por qué el gobierno no aplica un camino tan sencillo y razonable para empezar a destrabar el conflicto? Porque el gobierno miente.
El gobierno de Néstor y Cristina Kirchner, en ese orden jerárquico real, necesita la plata del campo para otros fines inmediatos, completamente diferentes a los explicitados.
No obstante, varias consecuencias positivas van surgiendo de esta crisis provocada y agravada gratuitamente por su gobierno.
Una de ellas y no la menor, es que para un sector creciente de la población han quedado transparentados algunos puntos relevantes de la actual conducción del país:
quién es el verdadero titular del poder ejecutivo: cómo construye el poder hegemónico que necesita para sus planes de permanencia ininterrumpida y, si es posible, inacabable; qué papel pretende que jueguen los diferentes sectores económicos; cómo deben distribuírse los recursos que éstos proveen para cumplir con sus anteriores objetivos.
En este orden de prioridades, el gobierno miente en su aseveración de que su mayor interés consiste en cumplir su papel de Robin Hood: sacarle a los que tienen mucho para darlo a los que tienen menos. Si esto fuera cierto, debería usar los mecanismos indicados para tal fin: impuestos que derivarían los fondos hacia los gobiernos provinciales que son los obvios y naturales responsables de su distribución y manejo y que recibirían así las alícuotas correspondientes a la genuina producción de sus territorios.
Pero el verdadero interés del gobierno no está en la mejora sustentable de la situación económica del país y en la lucha para bajar hasta disminuír casi totalmente los niveles de pobreza e indigencia de sus habitantes. Niveles que, demás está decirlo, no deberían casi existir de haber sido ése uno de los objetivos prioritarios de la gestión de gobierno de Néstor Kirchner.
El clientelismo que obliga a gobernadores e intendentes a humillarse indignamente para obtener los fondos necesarios para gobernar, es funcional y absolutamente vital en el esquema de poder y dominio instalado por los Kirchner.
Y el hombre de campo, audaz hacedor de su propio destino, no quiere responder a ese mecanismo de poder, resignando valores que están en el fondo cultural de su existencia.
Pretende además despertar esos valores que supone adormecidos en los que deben dirigirlos.
El problema del campo se plantea así como algo infinitamente más profundo, que roza los principios mismos de nuestro ser como Nación.
Tal vez es el momento de repasar qué país realmente tenemos y cuál es el que quisiéramos tener.
Los hombres de campo tienen mucho recorrido en este camino. El resto de la sociedad debe aún conciliar pensamiento y accionar en ese sentido para empezar a construír todos juntos, el pueblo y el gobierno de turno, el modelo de país al que aspiramos y por el que debemos trabajar mucho aún.

Lili Fernandez Madero

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