Aquel que nunca ha fracasado, es porque tampoco nunca ha intentado nada. O.G.Mandino


sábado, 7 de junio de 2008

Para el titular de Cáritas, Cristina es soberbia pero “como todos”

El religioso Fernando Bargalló negó que la avaricia sea el peor de los pecados y afirmó que el más grave es la soberbia porque “es el que más nos aleja de Dios y del prójimo”.

El titular de Cáritas, Fernando Bargalló, destacó hoy que el peor de los pecados no es la avaricia, sino la soberbia, y razonó que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, incurre, en ocasiones, en actitudes soberbias, "como todos”.

El religioso hizo esta reflexión al ser consultado sobre expresiones formuladas ayer por la jefa de Estado en La Matanza, cuando en un duro cuestionamiento contra el campo, les pidió indirectamente a los ruralistas que "sean más solidarios porque la avaricia es el peor de los pecados que condena Dios".

En declaraciones a radio Mitre, Bargalló indicó que la "avaricia es algo que cierra el corazón y es un pecado sobre el que tenemos que trabajar y transformar", pero aclaró: "No diría que es el más grave, el más grave es sin duda la soberbia".

"La soberbia, de los pecados capitales, es el que más nos encierra a nosotros mismos, nos aleja de Dios y del prójimo", puntualizó.

Cuando se le preguntó, si a su criterio la Presidenta, comete el pecado de soberbia, el titular de Cáritas respondió: "Yo creo que sí, como todos, como usted, como yo".

”Ahora, ¿en qué grado? Y...ya no me toca a mí juzgar", enfatizó.

Al respecto, con un dejo de ironía, añadió que "gracias a Dios, de las muchas tareas que me han sido encomendadas, ésta de juzgar a los demás no es una que me compete. Se la quedó sólo Dios".

Al requerírsele si la conducción de la Iglesia no pecaba también de avaricia y de soberbia, Bargalló lo admitió.

"Sí, es una realidad humana y, como realidad humana, la Iglesia y los miembros estamos sujetos a los límites propios de la realidad humana", reconoció.

La avaricia, continuó, "es un pecado grave porque nos desentiende de la realidad sufriente de los demás y, sobre todo, nos hace acumular bienes inútilmente porque nada de eso nos podremos llevar a la vida bienaventurada, a la vida eterna".

Fuente: Diario Perfil



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